Introyectos: los mandatos caducados
- Junio Gulinelli
- 2 oct
- 2 Min. de lectura
Las ideas ocultas, sobre nosotros y sobre el mundo, que hemos escuchado desde la infancia y que nos hemos tragado sin masticar...

“No puedo fallar” es una frase que a veces escucho decirme a mí mismo. Cada vez más como testigo, la puedo reconocer y descubrir escondida detrás de otros pensamientos o comportamientos automáticos. También la escucho mucho en las personas que acompaño. Y cada vez que la escucho, que venga de mí o de alguien más, la noto muy pesada. Como una mochila llena de piedras que ralentiza, y sobre todo cansa un montón, en el camino.
lo que tragamos sin masticar...
Técnicamente se llama introyecto, o por lo menos es el titular disparado de otros introyectos, más concretos y matizados que pueden aparecer con la observación y con la atención, durante un proceso terapéutico. Los introyectos son todas estas ideas (sobre nosotros o sobre el mundo) que hemos escuchado desde la infancia y que nos hemos tragado sin masticar... Frases tipo: “este mundo no te regala nada”, “los hombres no lloran”, “la vida es una batalla” y todos los “hay que...”, “tienes que...” o “no hay que” y “no tienes que...”.
De la sobrevivencia al desarrollo
De niños necesitamos confiar en nuestros referentes, es una cuestión de sobrevivencia y desarrollo, no hay otra. Por esto, cuando vivimos la infancia, todo lo que nos cuentan lo aceptamos sin cuestionarlo, lo tragamos sin masticarlo. Y no solo lo que nos dicen, también y sobre todo, lo que hacen nuestros referentes primarios (a través del ejemplo), lo traducimos automáticamente en mandatos. Son las instrucciones que nos sirven para descifrar el mundo y la vida. Lo que pasa es que, si estos mandatos nos sirvieron de alguna manera para sobrevivir en su tiempo, ahora puede que nos bloqueen. Se han transformado en mecanismos de defensa que nos hacen reaccionar de forma automática a los estímulos del ambiente, a lo que nos pasa en la vida.
El trabajo oculto de los introyectos
Como me tomaré una despedida de trabajo, el fin de una relación o el fracaso de un proyecto, si mi mandato es que "no puedo fallar"? ¿Cómo afectará la imagen y la percepción que tengo de mí mismo? Probablemente me encontraré en bucles relacionales o vitales, que no me permitan avanzar y desarrollarme. Probablemente esté sufriendo por esto. Lo que se tragó en su tiempo así como nos lo proponían y servían, ahora nos toca masticarlo. ¿Qué quiere decir masticarlo?
Masticar es separar
Yo creo que es un trabajo de separación: separar lo que es del otro, lo que no reconozco, de lo que yo necesito, quiero y si, reconozco como mío, elijo. Ya no se trata de sobrevivir, ahora como adultos podemos responsabilizarnos de nosotros mismos y, aunque duela, de miedo y nos ponga en la incomodidad, podemos ir, primero reconociendo, y después revisando, desgranando, separando, masticando... esos mandatos que ahora nos bloquean. No se trata en ningún caso de ir con el machete y acabar con mis introyectos de un día para otro.... Esto es imposible.
Es un proceso lento, se necesita paciencia, respeto, amor, lentitud y cuidado.



Comentarios